Noviembre 25 de 2022.
«Emitir juicios destructivos y excluyentes acerca de la forma heredada de una mujer equivale a despojarla de toda una serie de importantes y valiosos tesoros psicológicos y espirituales. La despoja del orgullo tipo corporal que ha recibido de su linaje ancestral». Clarissa Pinkola una de mis mayores influencias en el acompañamiento femenino dedica gran parte de su obra a enfatizar en el impacto que nuestro lenguaje hacia nosotras mismas y de mujer a mujer es también un tipo de violencia. La próxima vez que estés a punto de tratarte mal o de referirte al cuerpo de otra mujer con palabras que puedan herir, detente. Porque tus palabras no serán solamente una crítica a la diversidad de nuestras formas físicas sino que la sembrará la duda en nuestro valor como género.
Todo juicio a nuestro cuerpo recae también en nuestro linaje. Cada vez que permitimos un juicio a nuestras formas, curvas, raza, pelo, estamos renunciando a todas las buenas herencias de las mujeres que nos antecedieron.
Además:
(…) Destruir la cohesión instintiva de una mujer con su cuerpo natural la priva de su confianza, la induce a preguntarse si es o no una buena persona y a basar el valor que ella misma se atribuye no en quién es sino en lo que parece».
Sin desconocer la urgencia de visibilizar otros tipos de violencias, ¿por qué aún tantos dobles estándares hacia el cuerpo de la mujer? ¿Por qué permititimos que nos censuren tanto? ¿Por qué lo hacemos tanto con nosotras mismas?
Diana.