Abril 18 de 2020.
Tomé el riesgo de decir-ríndete- a las personas que luchan por sostener algo que no pueden controlar. Me miran incrédulos. Luego, si están de acuerdo, hacemos un primer ejercicio de rendición. Esto es lo que sucede: Dudan. Entregan por dosis. Lloran. A muchos solo les conozco sus lágrimas cuando dejan de ser privadas y se rinden ante algo más Grande. Les digo que tienen derecho a dejar de cargar lo que no pueden controlar. Aparece el miedo. – ¿Y si me rindo y no se cumplen mis planes? – dicen.
Les pregunto – ¿qué es un plan? –
– Es una idea, un deseo, una intención en el tiempo-
Revisamos sus planes y confirmamos que ni el más específico estuvo bajo control. Entre lágrimas disfrutan un descanso que llega de su misma Grandeza. Exhalan. Volvemos a sus historias. Encuentran no solo una sino muchas veces que se rindieron ante el plan. ¿Qué estuvo allí? Su fuerza interior.
Comentamos que los humanos sufrimos de amnesia de procesos. Demasiado apego al resultado. Demasiadas exigencias para el yo. Compartir su dolor les permite ver que son frágiles y fuertes a la vez. Que las veces que se rindieron la vida superó hasta su mejor plan. Termina el ejercicio. En el transcurso de los días y los meses empiezan los milagros.
La vida está hecha de lo imprevisto. De lo imposible de calcular. Las transformaciones surgen fuera del control. ¿Algún cambio en ustedes o en mi ha surgido en el control? Lo dudo. Lo único que controlamos cuando todo se cae a pedazos es la reacción. El resto, solito con el tiempo, – no en uno ni en dos meses-, empieza a armarse de nuevo de maneras impensables. Ese es el milagro.
¿Qué pasa si hoy te rindes?
Sin hacerte daño, ríndete por lo menos ante una cosa. Limpieza, tareas escolares, planes a largo plazo, hacer compulsivo, ideas de éxito, miedo de hacer esa llamada. Ríndete a no saber qué decir o cómo resolver. Ríndete ante el superhéroe y la guerrera internos. Son los personajes que te empujan a mantener la fachada de que eres bueno en todo.
Te rindes ante el control y te abres a lo poco que sabes de ti mismo y del mundo.
Para mí, la rendición es un descenso con recursos. Lo nuevo que saldrá de nosotros estará inspirado en lo que no sabemos de nosotros ni de la vida. Es una incubadora de proyectos. En la rendición están la fuerza interna, el amor universal. La información que da el cuerpo. La mente humana que es prodigiosa.
Yo digo me rindo y se asoma la ayuda inesperada. Dejo de ser un estorbo para Dios quién no soy más que yo misma dejando entrar el misterio. Me rindo y confirmo mis intuiciones. Mi luz sigue viva. Eso es lo que importa.
Diana Carolina González-Sánchez
Arte: Surrender. Tracy Male.