Mayo 20 de 2019.
El siguiente texto es tomado de su versión en inglés y traducido por Diana Carolina González-Sánchez. Las cursivas son mías. El título original es: «Grieving the Imperfect, Finding the Unconditional: The Importance of the Inner Mother for Women» escrito por Bethany Webster.
«Desde el punto de vista del desarrollo, nuestra relación con nuestra madre sirve como patrón para la relación con nosotras mismas.
Como hijas, absorbimos de nuestra madre información sobre cómo se sentía ella hacia misma, lo que sentía hacia nosotras como hijas, y lo que sentía hacia el mundo.
Naturalmente, internalizamos estas creencias y visiones de su mundo para formar la base de nuestras propias creencias y experiencias.
Aprendimos a tratarnos de la misma manera que nuestra madre se trató a ella misma.
Nuestra tarea como mujeres conscientes es pues, transformar a la madre interna dentro de nuestra psique -creada a partir de nuestra madre biológica con sus limitaciones humanas- en la madre que siempre necesitábamos y queríamos.
Al hacerlo, nuestra madre interna satisface con mayor precisión nuestras necesidades y nos apoya y nutre incondicionalmente de una manera que nuestra madre externa puede no haber podido hacerlo.
Podemos convertirnos en la madre que siempre queríamos –hacia nosotras mismas.
De esta manera, somos capaces de aceptar las limitaciones de nuestra madre externa, porque la madre interna se convierte en la madre primaria con la que podemos contar, de maneras que tal vez nunca hemos podido contar con nuestra madre externa.
Nuestra madre solo podía amarnos de la manera que podía amarse a ella misma.
En cierto momento, debemos enfrentar el hecho de que nuestra madre no pudo y no va a poder satisfacer nuestras necesidades de las formas que necesitábamos y queríamos. Esto significa pasar por un proceso de duelo. Un duelo por las formas en que tuvimos que compensar y sufrir la herida materna.
En el proceso de duelo, tenemos la oportunidad de darnos cuenta del hecho de que si no nos sentimos amadas o si nos sentimos abandonadas no fue por nuestra culpa. Solo así podemos dejar de luchar para demostrar nuestro valor al mundo. En el proceso de duelo, también podemos tener compasión por nuestra madre y las cargas que ella cargaba.
Sanar a la madre interna transforma tu vida más allá de lo que puedas imaginar.
Al confrontar este dolor, podemos darnos cuenta de que lo que pensábamos que era nuestro dolor, en realidad parte el dolor de nuestra madre que hemos cargado por amor. Ahora podemos elegir dejar esta carga. En lugar de atenuar nuestro sentimiento de culpa, podemos sentir la confianza en nuestros cuerpos y corazones y de esta manera desarrollar un sentido de auténtica plenitud y amor propio.
Al convertirnos en la madre “suficientemente buena” para nosotras mismas, nos liberamos no sólo a nosotras mismas, sino también a todos aquellos que conforman nuestra vida.
Es un reto reconocer ante nosotras de qué manera no fuimos amadas en nuestra relación con nuestra madre. Al recordar y ver lo cargada y abrumada que estaba pudimos pensar que éramos la fuente de su dolor. Esta “hija culpable” puede mantenernos estancadas. Una forma de liberar nuestra culpa es reconociendo la inocencia y legitimidad de nuestras necesidades infantiles. Es una forma de liberarnos de la vergüenza y bautizarnos a nosotras mismas en nuestra verdad y divinidad.
Al convertirnos en la madre «suficientemente buena» para nosotras mismas, nos liberamos no solo a nosotras mismas, sino a todas las personas que conforman nuestra vida.
Una vez que hemos atravesado el duelo por nosotras mismas, podemos iniciar el duelo por nuestras madres y por todas las mujeres.
El dolor nos repone y nos fortalece.
Como mujeres, podemos sanar y darnos lo que nuestras madres no nos podían dar. Podemos convertirnos en nuestra propia fuente. El «dolor corporal» del colectivo femenino sana una a una. Y a medida que el dolor corporal femenino se sana, también lo hace el dolor de la comunidad humana. Nuestra propia sanación no es solo un regalo para nosotras, sino también lo es para el mundo
La herida de la madre es una gran oportunidad.
A medida que nos permitimos contactar lo que se siente como un hambre antigua e inagotable de una madre inagotable, nacemos en nuestra verdadera identidad, el útero de la luz, una fuente inagotable de amor y abundancia que no depende de las circunstancias o condiciones.
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El texto tomado de su versión en inglés y traducido por Diana Carolina González-Sánchez. Las cursivas son mías.
Fuente:«Grieving the Imperfect, Finding the Unconditional: The Importance of the Inner Mother for Women» by Bethany Webster.
Arte: Roberta Maddalena Bireau