Mayo 26 de 2022.
En mi vida he tomado muchas decisiones por miedo.
Miedo a perder, al fracaso, a la falta, miedo a que pase algo malo. Siendo mujer aprendí a tomar decisiones con base en lo que no debería pasar, y así, me convencí de que con una decisión podría resolverlo todo.
Pero al corazón no le gusta el control. El corazón confía.
En especial, cuando ante una decisión todos tus terrores se te plantan al frente y al contrario de seguir esa energía expansiva manipulas, te cierras y no trabajas a dúo con la vida.
El corazón no me ha dicho qué hacer. Me ha llevado más a lo que necesito y menos a lo que quiero. Por eso a veces me resisto a invitarlo en mis decisiones.
Es la voz cuando te preguntan, pero ¿qué es lo que quieres de verdad? Y dices, «quisiera esto, pero no es posible», o «eso no es para mí», o «si hago esto, cómo se resolverá aquello».
Lo paradójico de tomar decisiones con base en el miedo es que lo que tanto queremos controlar sucede. No terminas de sentirte cómoda. Encierras a los demás en una burbuja. Saboteas posibilidades. Depositas tu frustración en otros.
El corazón te sincera. Te devuelve tus sís y tus noes y hace que se los devuelvas a otros también.
Esta pintura nació mientras decidíamos nuestra última mudanza. Nació como un manifiesto de rendición; es que de verdad, ni yo ni nadie puede pretender resolverlo todo con una decisión.
Te agradezco CORAZÓN por enseñarme a decidir mejor
Darme cuenta de lo que SÍ debería pasar
Ver más la posibilidad y menos la alerta
Decir NO aún el temor de que un vínculo o proyecto se disuelva
Atender la voz que dice:
-Es tiempo de dejar allí para que se pueda desarrollar acá-.
Renunciar a decidir sobre lo que no existe.
A pesar de todo el miedo que implica soltar el control. Te tomo en mis decisiones.
Sé mi fuerza. Sé mi brújula. Sé mi dirección.

DCGS