Pon los pies en la tierra

Noviembre 11 de 2019.

Llega el momento en que a muchas mujeres adolescentes y jóvenes les da pánico poner los pies en la tierra. Por distintos motivos de su historia, la vivencia de la experiencia terrenal les cuesta. Y difícil es difícil allí no hay puntos medios. La academia, la cabeza y el mundo de las ideas hasta ahora habían sido sus zonas seguras, pero algo internamente empieza a agitar esa torre.

El mundo se tambalea.

Estas adolescentes y jóvenes se refugian en el aire de las ideas porque desde allí no duele tanto tocar sus raíces. Pero crecieron y les retumban partes de sus historias que desconocen, que empiezan a aparecer como flashbacks, o que descubren que no son como imaginaron.

A los ojos de la adolescente o de la joven, la mujer mental parece ser la única que la puede sostener o diríamos más bien, ¿camuflar las incomodidades de su alma? Sin embargo, precisamente es a través de todas sus incomodidades internas y externas, que la mujer refugiada en la academia recibe luz, como si algo se aflojara para que otras identidades, emociones y palabras puedan emerger.

A estas mujeres adolescentes y jóvenes poco a poco se les puede ayudar a bajar a la tierra. Las madres tendrán que tomar el riesgo de quitarse su escudo de «madre luz» para mostrar su parte más oscura. Sus padres, familias y redes cercanas, tendrán que dejarlas de apurar tanto para que defina el plan de su futuro o para que sean exitosas.

El plan es ayudarlas a bajar las barreras que construyeron desde la academia para no sentir.

En mis diálogos con mujeres de estas edades, he podido notar indicios de estos estados del alma. Lo que pasa es que es una verdad que no sale muy fácil. Estas mujeres, pueden tener la prevención de mostrarse vulnerables y perder credibilidad. También, pueden temer dejar de ser la «hija trofeo» que han representado para sus familias y para el mundo.

Por ello, acerquémoslas poco a poco a sus raíces. Contémosles sobre su familia, sobre los aciertos y sombras de papá y mamá. Sin juicios, sin lamentos, sin reclamos y ayudemos a que de esas historias, ellas rescaten la resiliencia de sus ancestros.

En los momentos difíciles de estas mujeres, el propósito de contarles una historia familiar es ayudarlas a liberarse de deudas que no les corresponden. Muchas niñas crecen con la fantasía de ser fieles a sus madres, de arreglar sus historias, de brillar por ellas eligiendo un destino que no desean.

Otras, se sienten mal por superar el destino de sus padres, por mostrarse débiles o por no estar a la altura de las expectativas externas. Especialmente si su madre no fue una mujer exitosa, porque les preocupa enormemente su sufrimiento.

Ayudémoslas a verbalizar las razones por la que no quieren tocar la tierra, empezando un poco desde nuestra propia vulnerabilidad. Su dolor por ser tan íntimo no es incurable.

Diana Carolina González-Sánchez

Arte: « Looking for the strength» de Giogia Albano.

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