Abril 30 de 2016
«Cuando ya no somos capaces de cambiar nuestra situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos». Vicktor Frankl.
Yo también le hice el feo a la enfermedad. Yo también esperé la píldora mágica que silenciara las verdades difíciles a las que nos expone un síntoma.
Me pasó que, mientras leía la historia del Dr. Vicktor Frankl en los campos de concentración nazi, renuncié a la tentación facilista de hacerle el feo a mi dolor y sobretodo de entregárselo a alguien más. Hay historias de esfuerzo que nos impulsan a ponernos a la altura de quien las vive y esta fue una de esas. El Dr. Frankl supo interpelarme, ¿quiéres de verdad mejorarte?, ¿estás dispuesta a encontrar en dónde está tu desequilibrio?, ¿sabes qué activa tu dolor?, ¿qué está alimentando el dolor?
También me pasó de enfrentarme al debate de los efectos secundarios de la famosa «pildora mágica» y de la medicina tradicional y me abrí a una lista de recursos holísiticos para mejorarme que no conocía. En esa sombrilla descubrí otras caras del dolor físico y de lo que significa tener un cuerpo. Estaba muy acostumbrada a tratarme mal. A negar lo que me mostraba el cuerpo y a expresar esa incomodidad.
Gracias a Vicktor Frankl me atreví a mirar nuevos lugares emocionales. Sentí el vacío tan espantoso que produce lo nuevo. Ya me había dicho muchas mentiras y la enfermedad me obligó a ser sincera por primera vez conmigo misma.
He leído diversas interpretaciones simbólicas sobre la enfermedad y la palabra des-integración le dio sentido a mi dolor. Entenderlo me situó en la realidad. El dolor me volvió a unir. Tuve que dejar de pretender que los abusos hacia mi cuerpo y hacia mis emociones nunca tendrían consecuencias. Las tenían y la enfermedad me obligó a hacerme cargo.
La enfermedad es una gran mensajera del alma. La enfermedad no vino para entorpecernos la vida, vino a liberarla de cadenas de sufrimiento, a veces, cadenas que exceden el tiempo de nuestra propia existencia y son el reflejo de dolores de otras generaciones. Por eso, tal vez su más profundo sentido es devolvernos la libertad.
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Diana Carolina González Sánchez
Image: «Perséfone» Pintura propia.