Memorias de círculos

Agosto 31 de 2019.

“Si reprimes o callas lo que sientes, si niegas o quitas importancia a lo que ves, o no expresas lo que quieres, y nadie a tu alrededor parece advertirlo, el círculo es el lugar donde, en una atmósfera de igualdad, por el simple hecho de estar presente puedes aprender.” – Jean Shinoda Bolen

Son tantos los sentipensares que despierta la reunión en un círculo de mujeres. Uno de los grandes regalos es que nos miramos sin jerarquías. Como un entramado invisible, los relatos de cada mujer van tejiendo una historia común a todas: amor, familia, prosperidad, salud. Para mi como facilitadora es un regalo que no tiene palabras. Allí soy una mujer más dejando que mi vulnerabilidad se exprese.

El círculo no es un espacio terapéutico, pero algo profundo sana en nosotras. Existe un ajuste silencioso, profundo en el no tiempo. Movemos el cuerpo como mensajero del alma. Las palabras salen sin filtro. Los pensamientos descansan, el corazón late en vibraciones nuevas, la intuición se expande. Se nutren nuestros emprendimientos, nuestras relaciones, nuestra salud, nuestro merecimiento. Gracias mujeres ancestrales y presentes por apapacharnos juntas.

Aquí les comparto una pizca de lo que sucede cuando volvemos al círculo

Nos sentamos en círculo, dispuestas al movimiento del alma que es también del cuerpo. Con la intención de honrar nuestro merecimiento femenino. En el círculo dibujamos nuevos comienzos. Crecemos al nivel de las estrellas con los proyectos que queremos dar a luz, mientras nos dejamos llevar por las sensaciones de las piernas, los brazos, el vientre que nos guían.

Somos mujeres aprendiendo a mirar al futuro como lo que es, un gran en papel blanco. Una semilla que cuidamos en el presente. La luna aparece mostrando una cara de posibilidad y compañía. Y por momentos también somos el sol, completándonos. Llenándonos de los rayos del éxito al que no queremos temer más. Es inevitable sentir los colores de nuestros dibujos, como si esas figuras las hubiera guardado nuestro inconsciente quién sabe desde hace cuánto. Sanamos nuestra presión con el tiempo y por los resultados.

Hay una que dice: «en el círculo se sanan los vínculos. Yo me quiero sanar». Somos mujeres arrulladas por nuestro propio canto. Atreviéndonos a escuchar cómo suena nuestra voz en alto cuando hablamos por primera de lo que realmente nos pasa, sin miedo al juicio.

En el círculo también cabe la sorpresa. Por primera vez ella asiste a una reunión de mujeres sin jeraquías. Des-encoje sus hombros y da libertad a sus caderas de ritmos de hace siglos, bailando como si nadie la mirara. En el círculo incluso hay metamorfosis que no esperábamos. Y viene a cuento el relato de las estaciones que reflejan los ánimos de las mujeres.

Calmando el apuro de arreglar la vida de la otra como si estuviera dañada, nos reunimos para soltar y transformar. Escuchando, acompañando. Cada tanto solo eso precisamos. Liberar el afuera que se empeña en definirnos. Incluso desde nosotras mismas. ¡Porque la alegría interna de una mujer, es diez mil veces más abundante en riqueza que cualquier vestido! Sabemos que hay disfraces que se tienen que usar, pero uno no tiene que dejarse ser usado.

Somos mujeres mirando el pasado como herramienta ya no como destino. Honrando la sagrada presencia. Somos mujeres comprendiendo que en las crisis, la curiosidad de buscarnos en lo que solíamos ser es una forma de seguridad. Pero en el presente estamos, y sabemos desde el vientre que existe una necesidad vibrante de parirnos distintas.

Descubrimos que para eso sirve el dolor. Para renacer y explorarnos sin prejuicios. Así que entregamos hojas secas de nuestro árbol. Pintamos y saltamos en el arrullo del fuego hasta ir despertando a la mujer compasiva, alegre, creadora, anciana, intuitiva, medicina que también vive en nosotras.
Permitiéndonos interpretar la vida a nuestra manera, mientras por ahí se atraviezan los miedos, el qué dirán, lo que dice la sociedad, lo que dice mi niña con ganas de seguir cantando.

Pero juntas lo caminamos y nos preguntamos:
¿Qué queremos Decir nosotras? ¿Las mujeres adultas completas? ¿Las que no requieren una etiqueta?
Y el color negro dejó de ser oscuridad para explotar en luz y colores. Cielo y tierra se reconciliaron en sentimientos que no se encontraban. El círculo es manantial de la esencia y amor sin expresar.

«Yo les mostré mi dibujo y les dije:
-Esta soy yo, no puedo ser otra-«.
El CORAJE de estas mujeres liberó mi confianza para decir en público mi miedo a ser rechazada por las creencias que se me cayeron hace rato, por elegir ser distinta. Al siguiente día, me animé a decirle un TE AMO tan original a mi hermana, atascado hace mucho tiempo
«

Diana Carolina González-Sánchez
Facilitadora «Círculo de Merecimiento«

🔥 Si estás interesada en saber más sobre el círculo de merecimiento mensual, escríbeme a: dc@reinventingstories.com o suscríbete al newsletter mensual para recibir más información.

Ver más aquí sobre el círculo de merecimiento

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *