Julio 19 de 2019.
Para volver al equilibrio, de vez en cuando hay que pasar la nariz por algo nuevo. Dejar que la espalda pegue el estirón que le debemos hace unos días. Irse afuera y poner las manos en la tierra.
Embriagarse de la madre salvaje y también de la que nutre.
Cubrirnos completos en un diálogo de intuiciones.
Vaciarse.
Dejar ir lo que ya no es nuestro.
Entregarlo todo con los ojos abiertos y cerrados. Hacer presión con las manos para que la ampolla se disuelva.
Uno deja ir lo que cumplió su ciclo y las entrañas lo jalan otra vez al centro.
Para volver al equilibrio, hay que untarse de verde hasta la coronilla, descalzarse, besar las hojas, saborear con las uñas la arcilla y las piedras.
Dejar que se ensucie el pantalón blanco. Infundirse del olor a naturaleza hasta que las células cansadas recobren sus ritmos en un nuevo comienzo.
Para volver al equilibrio uno dice Gracias 3 veces a la Madre Tierra.
Por mantenernos vivos.
Por sanarnos.
Por devolvernos en instantes el balance perdido.
Ella tiene la magia de llenarnos con el poder de cambiar lo que nos pesa, cuando así lo queremos.
Diana Carolina González-Sánchez