19 de febrero de 2019. – Artículo.
Empezando la enfermedad, mi sabia Dra. Lunic, me dijo: “imagine que su cerebro es como una computadora sin antivirus. Todo llega y pasa directo. Tiene que aprender a instalar sus nuevos antivirus, para que sus emociones no duelan tanto”.
Esas palabras volvieron a mí en San Valentín mientras leía un artículo sobre «enamorarse por las buenas razones», porque creo que tanto en la enfermedad como «en el amor que duele», las personas elegimos vivir y enamorarnos desde las malas razones.
Con malas razones, me refiero a las malas experiencias del pasado. Yo creo que a todos de cierta manera nos seduce el sufrimiento porque tenemos un apego a nuestras memorias. Es como si los recuerdos, incluso los malos, nos dieran la seguridad de saber quiénes somos, cuáles son nuestras respuestas habituales y bajo qué reglas jugamos en la vida.
Nuestro miedo no es a las malas historias, sino a lo que seremos sin ellas cuando no existan. Nuestro miedo es a abandonar la única versión que conocemos de nosotros. Y lo nuevo, incluso en el amor, asusta.
Pero el problema es que esas viejas programaciones, son la única versión que también conoce nuestro cerebro –donde hay que decirlo, también nace el amor– .
Nos queda muy dificil elegir diferente porque el cerebro no tiene información diferente. De hecho, volver y volver a las mismas experiencias tiene el efecto similar de utilizar un computador lleno de virus. ¿Qué bueno se puede sacar de allí?
Creo que nuestro sistema necesita instalar nuevos programas sobre el amor para superar las malas historias. Hablando del cerebro, en el hipocampo no solo se almacenan las emociones sino la memoria. Imaginen que allí, solo están los patrones limitantes, los malos hábitos y los sufrimientos muy viejos. Si no reinventamos esas memorias, cuando estemos a punto de elegir la próxima pareja, el cerebro irá allí -por defecto-, ya que es lo único que conoce y reconoce.
¿Cómo se le ayuda al cerebro a elegir por las buenas razones? instalando programas frescos, pero no solo sobre el buen amor de pareja, sino sobre el amor a uno mismo. Nuestro cerebro necesita ese refuerzo para familiarizarse con lo que significa el buen amor.
Así, la información nueva le ayudará para que la próxima vez, pueda detectar el amor bonito e incluso para que nos avise si estamos repitiendo la misma mala historia.
¿Por qué siempre me pasa lo mismo?
Yo creo que nos pasa lo mismo porque saltamos de una relación de pareja a otra sin antes correr el antivirus adecuado. Sin limpiarnos, sin desechar lo viejo, sin curar la herida abierta, sin actualizar la versión de nuestros programas de amor.
¿Y cómo instalamos programas de amor sano?
1. Auto-observando qué nos lleva al sufrimiento.
2. Depurando las experiencias dolorosas tal como van apareciendo. Si se terminó una relación por maltrato, codependencia, infidelidad, eso necesita ser liberado y sanado, antes de empezar una próxima relación. Si el doloe no se depura se repite.
3. Reinstalando programas más saludables. La labor de reparar esas memorias es solo de uno y comienza con prácticas de autocuidado, de amor propio, de conexión con las alertas internas.
5. Atreviéndose a tocar los puntos de dolor: ¿cuáles son las malas razones por las que me enamoro? ¿Cuál es mi «virus» más resistente?
En la enfermedad como en el mal amor, uno tiene que ir hasta lo más dañado de su sistema y enfrentar oscuridades. Esto cuesta, y mucho. Pero incluso las neurociencias le demuestran a los más escépticos que mirarse, limpiarse y liberar memorias obsoletas, regenera nuevas células de aprendizaje en el cerebro. Es decir, permite que nazcan nuevas células con la habilidad de elegir una pareja , por las buenas razones.
Diana Carolina González-Sánchez
…………..
Si te resonó algo de este post, contáctame aquí para tener una charla de 30 minutos. Me encantará escucharte.