Noviembre 4 de 2022.
«Migrar no es volver a nacer sino volver a nombrar lo que ya tenia nombre»
Desde que leí esta cita de Gabriela Wiener, migrante como yo, he podido nombrar lo que me ha pasado en todos estos años de migración y no encontraba las palabras. La razón es que todos mis cambios han sido para actualizar lo que estaba desactualizado en mi, y vivir la migración de esta manera, al contrario de ser un proceso mecánico, es un proceso más experimental y renacedor.
Una forma vieja de vivir la migración, es nombrar en automático la nueva realidad solo para sobrevivir. Es decir, cambiar el nombre a objetos, comidas, palabras, formas de expresión y hasta el nombre y apellido para encajar y acomodarse rápido.
El migrar nuevo tiene que ver con renombrar lo que está desactualizado en mi y en el lugar al que llego. Renombrar palabras, formas de vincularse y modos obsoletos, por ejemplo. Eso se hace, con el convencimiento de que la gran decisión de irnos trascienda la historia personal y sirva para algo en la historia colectiva..
No existe ingratitud al querer renombrar creencias, expectativas y mandatos con los que estoy en desacuerdo en mi nuevo lugar y para los que traigo una perspectiva original. No por ser nuevo debo sentir que debo algo y mejor silencio mis aportes.
Años después de emprender mi viaje, me encuentro ayudando a otros y a mi misma, a renombrar ciertas verdades sobre la migración que han dejado de ser ciertas y necesitan nuevos enfoques.
Algunas de ellas son:
El sacrificio por el gozo de la novedad.
El exilio, por la inclusión y conquista del propio lugar.
La verguenza, por la autoafirmación.
El progreso del tener, por el crecimiento del Ser.
Los estereotipos, por las múltiples historias que todos tenemos para contar.
Al renombrar las anteriores son verdades pasamos de una mentalidad temerosa a una alineada con confianza y la innovación. Ya no hacemos parte de un territorio pequeñito, sino que pertenecemos al mundo entero. Esa es una de las grandes posibilidades que trae la migración.
Diana.