Fluir. Audio guiado.

¿Por qué no fluye esto? nos preguntamos a menudo. Quizas como me lo compartió un consultante en una sesión «no siempre algo que avanza, quiere decir que sea armónico».

Imagínate una creación en la que te encuentres. Por ejemplo, reconstruir la relación con un ser que amas, empezar una nueva fase personal, avanzar con un proyecto o gestar tu hijo físico/creativo.

Si te te sitúas solo en la cabeza (exceso de método, planeación, suposiciones, expectativas) podrías des-armonizar tu creación. La mente necesita agua para que fluya mejor. Si algo no fluye, para, suelta, baja a cuerpo, pregúntate:

¿Qué necesito para fluir en armonía en esta situación?

Aquí te dejo un audio guiado para que te unas al fluir desde el movimiento de tu cuerpo. El chacra sacro (vientre, intestino, vejiga, aparato reproductor) es un lugar en el que se aloja gran parte de nuestro poder creador. Su elemento es el agua, el agua que rige los fluidos de las mareas, del cuerpo también y de las emociones más profundas.

Regálate semanalmente unos minutos de fluidez conectando con tu matriz (poder) y tus ovarios (creatividad). Tengas o no estos órganos, esa es una energía innata que siempre estará allí a tu disposición. 

Busca un lugar solo para ti en donde puedas moverte libremente. Descalza. Ojalá vistas una falda amplia sin ropa interior y deja que tus pechos respiren sin ropa también.

(Nota: Si sientes alguna molestia ajusta tus movimientos hasta donde puedas).





Entrega y rendición

Este ejercicio lo he pensado para puedas hacerlo en cualquier momento del día. Te lleva 20 minutos. Necesitas un espacio en el que puedas sentarte en el piso e integrar con una postura simple la energía del cuerpo como lo ves en la imagen. a intención es entregar y rendirte ante un rasgo de tu personalidad que te esté impidiendo tratarte mejor a ti misma y fluir en armonía.

Preparación:

Trae a tu conciencia un rasgo de tu personalidad ante el cual te quieras rendir y entregar. Sé específica. Por ejemplo: «mi autocrítica excesiva» «mi complacencia desbordada»; «mi necesidad de controlar»; «el miedo a no ser una buena mamá» «la necesidad de hacer más para ser reconocida», etc.

Busca un lugar sin distracciones. Si te apetece busca un sonido del mar y ponlo durante la práctica.

Ejercicio:

Siéntate en el piso. Si lo precisas, recuéstate en una pared. Cierra tus ojos. Deja caer el peso de tu cuerpo en el piso. Siente la tierra sosteniéndote. Toma nueve respiraciones profundas por la nariz.

Inhala bendición.

Exhala bendición.

Tus exhalaciones son un regalo para la Madre Tierra. Aunque estés sintiendo rabia, tristeza o estrés cuando exhales entrega esa emoción en forma de bendición y agradece ser parte de ese renacimiento.

Lleva tu atención a tu corazón. Visualiza en el centro de tu pecho una esfera de color dorado luminoso girando. La esfera se hace cada vez más grande con tus respiraciones. Cubre tu cuerpo con la energía amorosa de esta esfera. Llévala de arriba a abajo y de abajo a arriba.

En cuanto te sientas llena de esta energía, permite que frente a ti aparezca el paisaje de un gran océano. Siente la arena en tus pies y en tu cara la brisa del mar. Visualízate sentada mirando el oleaje.

Con cada respiración únete al ritmo natural de la fluidez de la brisa y el mar. Quédate por unos minutos estando y siendo con esta imagen.

Siente las olas que vienen y se van mientras traes a tu conciencia el miedo, la idea, el rasgo de tu personalidad o la creencia que quieres entregar.

Luego visualiza cómo llevas tu cabeza hacia tu pecho y te vas enrollando hacia abajo. Tus manos se deslizan sobre la arena, tus rodillas se doblan. Quedas rendida al Todo. A eso más grande que existió antes de ti y existirá después de ti.

En esta postura, siente que desde tu cabeza y a través de tus hombros, brazos, manos y dedos sale el peso que ya no necesitas. Como si fuera una energía pesada que ya cumplió con su función en tu vid, pero que necesitas dejar ir.

Entrega con amor esta energía a la Tierra-arena. Ella lo toma y lo recicla. Deja que tu cuerpo se suelte. Abraza tu estado de rendición. Quédate allí el tiempo que requieras. Puedes decir:

Suelto. Entrego. Confío…

Suelto. Entrego. Confío…

Suelto. Entrego. Confío…

Al sentirte más liviana, inhala profundo la brisa del lugar. Vuelve muy suavemente a tu postura inicial. Siente tu cuerpo en contacto con el piso. Alineada en balance.

Con mucho amor,

Diana.

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